No sentí nada, solamente un picor en la garganta y en la nariz. Nada de amor, ni de felicidad. N a d a.
Supuse que era normal, los primeros besos siempre abren una brecha. Pero vos seguías ahi, y eso volvía todo hermoso. Los árboles, el pasto, la luna. Para mí, la luna estaba feliz. No sé si porque estábamos cerca los dos, o porque, quizá, yo había tomado una decisión. Pero sonreía, eso era seguro.
. . .
De a ratos me alejaba sola, o te alejabas vos. Pero nunca me olvidé que estabas cerca.
. . .
Otro beso, y otro más, y luego otro. Ninguno tuyo. Me invadió la alegría. Estabas ahi, y te podía mirar cuanto quisiera.
. . .
De nuevo cerca, esta vez sí podía decidir. Pero no pude. Fallé, pero fallé por no intentar. Las luces prendidas y tus pasos a la puerta fueron el jaque a mi resolución.
. . .
Me llené de tristeza. Mi frustración y el miedo al después, exageradamente gigantes los dos, se peleaban rabiosamente por congelarme.
. . .
Otro beso, y otro más, y luego otro.
No sé ni cuantos fueron, pero los hubiera cambiado todos por uno solo que me dieras vos.
1 comentario:
puff Sabri... sos genial. Sólo esa palabra. Me mataste...
es hermoso y te entiendo mucho. Quiero verte ya.
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