17 de febrero de 2010

Épico

Las historias épicas no les gustan a todos. Muchos se aburren a la mitad, o al principio.
Pero, más allá de los gustos, a cualquiera con dos dedos de frente le gustaría vivir una historia realmente épica. Depender del honor, demostrar el valor, poder defender lo que uno quiere a punta de espada.

Y ahí salimos a la calle, con todos nuestros ideales heroicos.

Y nos encontramos con el resto de las personas. Personas que aspiran a una vida cómoda. Personas sin amor propio. Personas sin respeto por los demás y, mucho menos, por tus ideales.

Entonces te ven.

Capa, una espada de un metro, un carcaj de flechas y un arco que ellos no podrían tensar jamás.

Las risas les resultan inevitables. Sos tan ridículo.



Y eso que todavía no les hablaste de honor.

No hay comentarios: